Nuestra Historia
Trasfondo histórico.
El movimiento pentecostal moderno, tiene origen en el pueblo de Topeka, Kansas en el amanecer del 1ro de enero de 1901, en la Escuela Bíblica Betel, dirigida por Charles Fox Parham, líder de la iglesia Metodista Episcopal. El hecho se produce cuando la estudiante Agnes M. Osman, pidió a sus compañeros y maestro le impusieran sus manos en un acto de fe, para recibir el Espíritu Santo. A pocos minutos de la imposición de manos cayó el Espíritu Santo, con la evidente señal de hablar en lenguas. A la semana, Parham y sus estudiantes, iniciaron una serie de viajes, anunciado esta nueva modalidad del evangelio, con milagros, maravillas y prodigios del poder de Dios. A partir de ese momento, el fuego pentecostal se propagó entre pueblos y ciudades de la región.
Uno de los frutos de Parham lo fue el predicador del Movimiento Santidad, William J. Seymour. A comienzos de 1906, fue instalado como pastor auxiliar en Los Angeles, California. Su predicación le obligó a realizar cultos en las casas de sus seguidores, fue así que un 9 de abril de 1906, oró por sanidad del dueño de la casa, quien fue sano y bautizado con el Espíritu Santo. Como el número de fieles aumentaba hallaron un local más amplio en el 312 de la Calle Azusa, en la ciudad de Los Angeles con capacidad para 750 personas. En el culto de apertura el Espíritu Santo se derramó sobre todos los hermanos. Fue tan notorio que salió publicado el diario Los Angeles Times.
Este avivamiento cayó sobre las iglesias tradicionales e históricas, sin embargo, sus feligreses envueltos en el poder de lo alto, no podían mantenerse en sus denominaciones, porque los líderes conciliares eran opuestos abiertamente a la manifestación del poder pentecostal. Es así que para el 1910, ya estaban organizadas dos grandes asociaciones pentecostales. La primera, la Fraternidad de Texas y Arkansas dirigida por E. M. Bell y la segunda, la Fraternidad de Alabama y Missisipi a cargo de H. A. Gross. Años más tarde, E. M. Bell, expulsado de su organización bautista, por haber recibido el bautismo del Espíritu Santo, fundó el periódico “La Fe Apostólica”, con el propósito de promover la unificación de iglesias y grupos independientes. El 2 de abril de 1914, Bell funda la Asambleas de Dios.
Francisco Olazábal. Dentro de esta atmósfera pentecostal, el Señor llama a Francisco Olazábal, nacido en México el 12 de octubre de 1886. Estando en un puerto del Golfo de México, para embarcarse, conoció a Jesucristo a través de un tratado que recibió del maestro Gorge Montgomery, ministro de la Alianza Cristiana y Misionera.
Inició su ministerio como pastor en Durango, México y para el 1911 ya era pastor de la Iglesia Metodista Hispana en El Paso, Texas. Sus estudios teológicos los realizó en el Instituto Moody de Chicago, Illinois. En 1914, fue ordenado al pleno ministerio por la Iglesia Metodista Episcopal y ese mismo año, se casó con la señorita Macrina Orozco. Su espíritu evangelístico y de amor por las almas perdidas le hicieron renunciar a su organización eclesiástica a fin de dar libertad al Espíritu y cumplir con llamamiento apostólico. Es cuando el Concilio General de las Asambleas de Dios lo invita a trabajar con ellos.
Concilio Interdenominacional Mexicano de Iglesias Cristianas, Inc.. Teniendo en cuenta que la obra liderada por Olazábal, entre los hermanos mexicanos que trabajaban en las Asambleas de Dios, iba creciendo bastante rápido, solicitaron a los ejecutivos de este movimiento, con sede en Springfield, Missouri, su reconocimiento como Distrito. Al no ser aceptados esta petición, la agrupación decidió separarse y formar su propio concilio. Según Olazábal, la razón fuerte para el rechazo fue que ellos no podían admitir a un mexicano como líder de Distrito. Así que, en 1923, se reunieron un gran número de hermanos en Houston, Texas, con el propósito de organizarse bajo el nombre de Concilio Interdenominacional Mexicano de Iglesias Cristianas, Inc., bajo el liderazgo de Olazábal como presidente, acompañado por Arnulfo M. López, Isabel Flores, Demetrio Bazán, Concepción Suárez y Enemecio Alaniz, entre otros más.
Concilio Latino Americano de Iglesias Cristianas, Inc. El ministerio de Olazábal se extendió desde los estados del sur-
Concilio Latino Americano de Iglesias Cristianas, Inc., con oficina centra en la ciudad de Nueva York.
La joven generación de puertorriqueños. El Templo Betel contaba con ochocientos miembros, donde gran parte de ellos eran puertorriqueños. Entre la generación joven de puertorriqueños que corría con el siglo, estaban Carlos Sepúlveda, Felipe G Sabater, Pedro Serrano y Frank Hernández. Ellos fueron solicitados por el evangelista Olazábal para importantes responsabilidades en la organización.
A Carlos Sepúlveda, le confió muchas veces el púlpito del Templo Betel. Sepúlveda procedía de la Iglesia Presbiteriana donde se graduó de bachiller en teología. Fue pastor de la Iglesia Betel en los Angeles, California; Betel en Nogales, Arizona; Roca de Salvación en Playa de Ponce, Puerto Rico; y los templos Betel y Bethesda en El Paso, Texas.
A Felipe G. Sabater, se le confió la responsabilidad de líder en el Templo Betel, como maestro, director de la Escuela Dominical y pastor asistente. Se distinguió por su elocuencia y capacidad para predicar a multitudes.
Pedro Serrano, fue entrenado por Olazábal en el trabajo pastoral. Así lo vemos a cargo de una iglesia en la calle 146 y Broadway, en Manhattan.
A Frank Hernández, el evangelista lo nombró director de sus cruzadas, habiéndolo acompañado en catorce viajes. Hernández también era presbiteriano en Puerto Rico.
La partida de un apóstol. Francisco Olazábal era visto como apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro. Tenía los dones del Espíritu, entre los que se destacaban los de sanidad divina, milagros, y su ministerio estuvo impregnado con las señales descritas en Marcos 16. Vale resaltar el milagro que Dios hizo, cuando un cura se presentó en pleno culto llevando una niña aparentemente enferma. Olazábal, ejerciendo el don de discernimiento, ordenó parar el servicio y pidió que el sacerdote pasara a la plataforma y le dijo: ¿Por qué decís que la niña está enferma cuando en realidad murió hace cuatro días? Acto seguido exclamó: “Para que todos sepan que el Dios que resucitó a Lázaro es el mismo que hoy hará resucitar a esta niña.” Oró y la niña estornudó, siendo entregada viva a sus padres.
Para el 1937, contaba la obra con más de 100 iglesias en los Estados Unidos, México y Puerto Rico. Es en un 31 de mayo, que rumbo a la ciudad de Edinburg, Texas, tiene un accidente automovilístico. Pasa sus últimos días dando instrucciones a los hermanos de seguir fieles a Dios. Muere un 9 de junio a la una de la mañana. Fue sepultado en el Cementerio Evergreen de la ciudad de Los Angeles.
Nacimiento del Concilio Asamblea de Iglesias Cristianas, Inc.. Muerto el líder, algunos miembros de su equipo directivo creyeron que, en aras de proteger el ministerio y herencia del caudillo, lo mejor era rescatar el trabajo del comienzo de la obra, concentrando la dirección en hermanos originarios de México. De esta forma, frenar la rápida asunción a niveles altos, de líderes y pastores puertorriqueños. Por lo que, los dirigentes del Concilio Latino Americano de Iglesias Cristianas, decidieron que Miguel Guillén, elegido en la última convención de Edinburg como superintendente, para efectos administrativos, asumiera la presidencia y convocaron a convención para el mes de octubre de 1938 en el Templo Betel de Magnolia Park, en Houston, Texas.
Ni bien se declaró abierta la asamblea, el secretario-
Los directivos del concilio, decidieron por todos los medios tomar la propiedad sin conseguirlo ya que, una razón de peso jurídico, la incorporación de templo fue registrada bajo el nombre “Latin American Council of Christian Churches of New York”.
A comienzos de 1939, el pastor Carlos Sepúlveda sintió del Señor la necesidad de rescatar el espíritu y letra del ministerio de Olazábal. Este sentir lo compartió con los pastores y ministros que estaban en Nueva York y Chicago, quienes decidieron constituirse como concilio. Para tal efecto, se convocó a la asamblea constituyente, en el Templo Betel de Nueva York, entre el primer y segundo domingos del mes de mayo de 1939.
En la historia Declaración del Día de la Madre de 1939, los pastores y miembros del cuerpo ministerial presentes, invocando la dirección del Espíritu Santo en el propósito de llevar la obra de Dios adelante, procedieron a discutir el nombre, la declaración de fe, estructura, organización y aspectos administrativos.
A propuesta del hermano Celestino Grisciotti, ex sacerdote católico en México, los constituyentes decidieron poner el nombre de Concilio Asamblea de Iglesias Cristianas, Inc., capaz de reunir a individuos y grupos de cualquier extracción cristiana, siempre y cuando acepten la doctrina y práctica de esta organización. Luego se discutió las verdades fundamentales de doctrina y práctica, aprobando la constitución y reglamento del Concilio.